La vida es póker, no ajedrez 🍀 ¿Cómo tomas decisiones?
Si tuvieras que pensar en la toma de decisiones ¿cuál dirías que es la dinámica a la que más se parece? ¿a un juego dispuesto sobre un tablero de ajedrez o a uno sobre una mesa de póker?
John Von Neumann, que tuvo un papel crucial en el Proyecto Manhattan y en el desarrollo de las primeras computadoras, es el padre de la teoría de juegos, esa área de la matemática aplicada que, entre otras cosas, explica el comportamiento humano basado en incentivos; para él, el ajedrez no es un juego, es una forma de cálculo, no hay información oculta ni dependencia de la suerte; justo como no pasa en la vida, como dice Von Neumann “la vida real consiste más bien (…) en preguntarte a ti mismo qué pensará la otra persona que voy a hacer” (2019:26). El póker, por su parte, es un juego de información incompleta; a decir de Annie Duke, psicóloga de profesión que dedicó veinte años de su vida como jugadora profesional de póker y autora de Decide y Apuesta (2019:27), en él “hay información valiosa que permanece oculta, puedes tomar la mejor decisión en cada momento y aun así perder la mano porque no sabías qué cartas serían repartidas y reveladas”; como en la vida.
Duke defiende la tesis de que debemos pensar nuestras decisiones como apuestas para obtener mejores resultados ¿qué opinas?
¿Cuál es la función principal de tu cerebro? Si haces esta pregunta, la respuesta que más obtendrás es pensar, ojalá, seríamos una especie muy diferente; no, tu cerebro fundamentalmente se dedica a mantenerte con vida, lo cual tiene que ver con que siempre estará alerta para evaluar riesgos y alejarte de ellos.
Tu cerebro quiere que tengas certeza, todo el tiempo, se la pasa identificando patrones para crear cierto orden que te permita sobrevivir, así ha sido desde su origen; si nuestros antepasados leían la agitación de un arbusto como la posibilidad de que hubiera un depredador al acecho aún sin comprobarlo, entonces sobrevivían, esas conexiones mentales son las que nos han traído hasta aquí, han sido una función de enorme trascendencia del cerebro para mantenernos con vida pero también pueden estropear la toma de decisiones en un mundo incierto, como el actual.
Culturalmente nos hemos enseñado a que decir no estoy seguro, está mal; evítalo, haz las paces con no saber todo, con lo incierto, como decía el notable físico James Maxwell que formuló la teoría clásica de la radiación electromagnética: la ignorancia consciente es el preludio de todo avance real en la ciencia. Para Duke, (2019:34) “quienes toman buenas decisiones están cómodos en un mundo incierto e impredecible, en vez de concentrarse en estar seguros, intentan descubrir qué tan poco seguros están de algo y estiman lo mejor que pueden las probabilidades de que ciertos resultados sucedan”.
En el Super Bowl de 2015, los Halcones Marinos de Seattle, con 26 segundos en el reloj y abajo por cuatro puntos, tenían el balón en segunda oportunidad en la yarda uno de los Patriotas de Nueva Inglaterra, el coach de los Halcones, Pete Carroll, ordenó lanzar pase, algo contra-intuitivo porque cualquiera que sepa lo mínimo de futbol americano sabe que estando tan cerca de la línea de anotación conviene asegurar el balón mediante una corrida en vez de arriesgarlo con un pase, Nueva Inglaterra interceptó el balón y ganó; evidentemente los medios criticaron la mala decisión de Carroll, para Duke, él solo tuvo mala suerte: el resultado fue malo, no necesariamente la decisión.
Tendemos a equiparar la calidad de la decisión con la calidad del resultado, pero un buen resultado no se da necesariamente por una buena decisión, y un mal resultado no hace que la decisión haya sido incorrecta; decisiones y resultados no se correlacionan siempre a la perfección.
Ganar o perder son señales imprecisas de la calidad de tus decisiones ¿cómo maximizar su precisión? Aplica tres ideas:
Considera el azar: siempre habrá muchas variables fuera de tu control, trabaja para anticipar las más que puedas. En la Odisea, la diosa Circe advierte a Ulises y a sus hombres de los peligros que tendrían en el camino, entre ellos el canto de las Sirenas, les dijo que debían pasar sin detenerse taponando con cera sus oídos para así no desviarse y perecer: si buscas información, consejo, si anticipas lo más que puedas lo que podrías enfrentar, tendrás más posibilidades de llegar a tu destino. Históricamente, los ejércitos envían elementos de avanzada para recabar información que ayude a calcular lo que se puede esperar en la batalla, haz lo mismo, anticipa y proyecta los posibles futuros que podrían resultar de tus decisiones, calcula las probabilidades de que ocurran y ponte en marcha.
Aplica la prospección inversa: para Duke (2019:224) la planeación de escenarios más efectiva es yendo del final al principio: “en reversa, a partir de un futuro positivo (…). Imaginar que un evento ya sucedió incrementa nuestra capacidad de identificar lo que motivó los resultados, las razones por las que llegamos ahí, qué decisiones tomamos, qué cosas favorecieron…”.
Y haz un análisis pre-mortem: considera la posibilidad de resultados negativos. Nuestra naturaleza es sobre-estimar la probabilidad de que sucedan cosas buenas, un análisis pre-mortem ayuda a contrarrestar esa tendencia imaginando que fallaste en tu meta y luego imaginando por qué.
El diccionario Webster define apostar como una decisión, una que se toma al pensar en lo que probablemente ocurrirá. Haz que pasen cosas buenas en tu agenda; arriésgate, encuentra formas de sentirte cómodo con la incertidumbre.
La gente a veces nos resistimos a hacer estimaciones sobre el futuro porque sentimos que no tenemos control sobre lo que pasará, y ese justamente es el punto: tomar una decisión es una forma de predecir el futuro, estímalo, considera el rango más amplio de escenarios posibles y las respuestas a cada uno y haz tu apuesta.
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