¿Cómo innovar? combina más e inspírate menos.
La dislexia es un trastorno del aprendizaje que conlleva, entre otras, cierta dificultad para leer, afecta a las zonas del cerebro en las cuales se procesa el lenguaje pero quienes la padecen poseen una inteligencia totalmente normal, quizá mayor, se cree que personajes como Da Vinci, Churchill, Einstein, Ford, Lennon o Kennedy fueron disléxicos pues experimentaron mucha frustración en su educación formal pero luego fueron muy exitosos, ¿cómo pasa eso enfrentando un proceso de aprendizaje tan aparentemente complicado?
Se suele pensar que la dislexia consiste sólo en invertir números y letras pero es en sí una manera diferente de procesar la información, los científicos creen que esa forma desordenada de leer el mundo es ocasionada por neuronas que vagan por el cerebro conectando regiones que casi nunca están conectadas, la mayoría de nosotros pensamos en forma lineal, de A a B y luego a C, los disléxicos piensan de forma caótica, de A a M o a Z, lo cual aparentemente les da la posibilidad de ver y resolver problemas de maneras totalmente diferentes. De vez en cuando, piensa desordenadamente y conecta puntos que parezcan no tener relación.
En 1979 una parte de Sony desarrollaba reproductores portátiles de casetes mientras que otra desarrollaba audífonos ligeros, Masaru Ibuka y Akio Morita, sus fundadores, unieron las piezas a partir de una intuición de mercado que, desde su visión, podría cambiar la forma en que la gente escuchaba música, al final tuvieron razón; por otro lado, el café que se consumía en Estados Unidos salía de una bolsa de Maxwell House o Folgers, pero Howard Schultz tuvo una intuición diferente, siendo representante de ventas de una compañía de electrodomésticos, notó que uno de sus clientes de Seattle llamado Starbucks vendía muchas cafeteras, fue a investigar por qué y terminó incorporándose a esa pequeña compañía viendo el potencial de multiplicar el gusto por el café en todo el país, cuando más tarde viajó a Milán quedó cautivado por las barras de café espresso y pensó que Starbucks podría adoptar también ese aspecto social del café, sin embargo la gerencia no vio lo mismo, para ellos, Starbucks era un expendio de café, no un restaurante, aún abriendo en 1984 una sexta tienda que incorporaba una barra de expresso y aún atrayendo más clientes con ello, aún así la gerencia no logró conectar los puntos, lo cual es una miopía mas o menos normal.
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El profesor de Harvard Theodore Levitt hablaba de esa miopía al destacar la poca importancia que muchas veces le damos al entendimiento real del negocio en el que participamos, decía que si los ferrocarriles hubieran definido que su negocio no eran los ferrocarriles sino el transporte, hubieran podido sacar ventaja de nuevas oportunidades como los contenedores, los camiones o los vuelos; Thomas Krens logró re-vitalizar al Museo Guggenheim cuando lo dirigió en Nueva York a finales de los ochentas definiendo que los museos estaban en el negocio del entretenimiento, sus detractores lo acusaron de mercader, de crear el McGuggenheim, pero él tenía razón, ir a un museo es una actividad de tiempo libre, cultural pero en sí de entretenimiento.
Apuesta por una visión más amplia, en el mundo actual necesitamos nuevas respuestas y nuevas formas de operar y eso solo vendrá de una mente abierta que conecte los puntos de forma que generen más valor, aprovecha los recursos de que dispones y combínalos, no se trata de encontrar el hilo negro sino de combinar los hilos existentes, Sony no creó la tecnología para desarrollar su reproductor portátil o los audífonos ni Schultz inventó el procesamiento del café o las barras de espresso, lo que ambos crearon fue una nueva dimensión de desempeño, configuraron una nueva forma de usar la música y beber el café aprovechando recursos existentes, haz lo mismo, con Maestría.
Fe y oficio.
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