Innova en 2 lecciones cortas.✌
“Los hombres frívolos creen en la suerte, en las circunstancias, los hombres fuertes creen en la causa y el efecto”. Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta estadounidense.
Innovación, como su nombre lo sugiere, es hacer algo nuevo, quizá por ello se usa como sinónimo de creatividad o invención, pero no es lo mismo, creatividad tiene que ver con un ejercicio mental que deriva en nuevas ideas o conceptos e invención va un paso más allá, materializando tales ideas y construyendo algo, ambas son actividades fundamentales para nuestro crecimiento pero les falta lo que da sentido a la innovación por encima de la novedad: la utilidad.
El diccionario de la lengua española define la innovación como la creación o modificación de un producto y su introducción en un mercado, el diccionario Oxford (al inglés) la define como la introducción de nuevas cosas, ideas, o formas de hacer algo, la innovación desde luego se relaciona y en mucho se fundamenta con la creatividad y la invención, pero añade un final feliz, ofrece la introducción de eso ideado o inventado a un espacio en la sociedad o el mercado para que alguien se beneficie, así, la clave de la innovación es que sirva para algo.
Desde el siglo pasado, el economista Joseph Schumpeter explicó la innovación como un proceso de destrucción creativa mediante el cual aparecen cosas nuevas sustituyendo a otras previas por ofrecer un mejor desempeño o resultados; alumbrar las casas por la noche era una buena idea, las lámparas de aceite y luego la bombilla eléctrica fueron buenos inventos, pero hasta que se dio una óptima distribución de aceite y luego se tendió una red eléctrica es que se concretó la innovación, y es que un invento por muy importante que sea no sirve de mucho en un laboratorio o en un almacén, su valor se manifiesta hasta que está en las manos de las personas cuya vida puede mejorar. Podrás tener grandes ideas en tu mente o grandes inventos en tu oficina, pero será hasta que los pongas frente a tus beneficiarios que desplegarán su valor, y eso es innovar, generar una nueva dimensión de desempeño, algo que resulta útil y benéfico; el factor clave en la ecuación de la innovación es sumar la comercialización de lo que tengas en mente, aunque para Bill Aulet, profesor de emprendimiento del MIT (2015), no es una suma sino una multiplicación, para él, si tienes una idea o invención pero cero venta, como en toda multiplicación de factores, el resultado final será cero.
Al innovar nunca empieces en tu mente sino en la de tus beneficiarios potenciales, como dice el futurólogo Ray Kurzweil, tu invención debe hacer sentido en el mundo en que es terminada, no en el que es iniciada. No te encierres a ver qué se te ocurre, mejor sal a la sociedad o al mercado e identifica un problema o necesidad que sea importante y te interese resolver, algo que no funcione como crees que debería, algo que esté roto y que te entusiasme arreglar. El exitoso inventor serial Dean Kamen alguna vez vio a un hombre batallar al subir con su silla de ruedas un pequeño borde y entonces creó un sistema de giroscopios auto-balanceables que fue bien recibido en el mercado, antes ya había hecho inventos igual de exitosos partiendo siempre de observar el dolor de alguien más, pero entonces hizo lo contrario, comenzó en su mente y no en la de las personas a quien quería servir, es obvio que debemos atender nuestras intuiciones creativas pero debemos también contrastarlas con lo que la gente quiere, lo cual no pasó con el Segway que inventó Kamen, un aparato que, dicho por gente como Steve Jobs, transformaría la movilidad humana en todo el mundo pero que terminó considerándose como un caro scooter y adoptado casi solo por los centros comerciales para sus vigilantes.
Al innovar tampoco partas de cero. Si escuchas que ya todo ha sido inventado es porque de alguna manera así es, somos ocho mil millones de personas y llevamos más de 200 años innovando constantemente, lo más probable es que eso que estés pensando crear ya se la haya ocurrido a alguien e incluso ya lo esté haciendo, pero eso no debe desanimarte, porque aún falta tu forma singular de combinar los recursos que ya existen, esa es una de las definiciones básicas del emprendimiento, tomar recursos de un lado para moverlos a otro donde produzcan más, así lo decía el profesor de Harvard Clayton Christensen (1999): innovar es transformar los recursos en productos y servicios con mayor valor. No pretendas inventar el hilo negro, mejor teje nuevas soluciones con hilos existentes, no te compliques, innovar tiene que ver con re-combinar recursos y entregar valor a quien lo necesita.
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Gutenberg desarrolló su imprenta a partir de la prensa de tornillo que ya usaban los vitivinicultores y luego la combinó con el tipo móvil, la tinta y el papel que ya se usaba en China; como dice el autor en innovación Steven Johnson (2012), la genialidad de Gutenberg consistió en tomar prestadas tecnologías maduras en campos distintos y aplicarla a resolver un nuevo problema. Michael Lazaridis creó la Blackberry a partir de ver un sistema inalámbrico para compartir datos entre dispositivos, vendió su negocio de pantallas LED y revolucionó la industria de la telefonía sin tener que inventar el teléfono o el propio sistema de transmisión inalámbrica de datos, en sí la idea no fue de él pero la destrucción creativa resultante sí, como decía Schumpeter, la economía y la sociedad evolucionan cada vez que se re-combinan los factores de producción dando lugar a nuevas soluciones. Las tarjetas perforadas que usaron los pioneros de la informática para hacer funcionar sus máquinas se basaron en las que se usaban en telares de seda, la cadena de montaje de Ford se basó en la que usaba la industria cárnica, cervecera y de enlatados; al parecer, un idea que funciona, es un conglomerado de ideas, no trabajes en el vacío, innova con Maestría.
Fe y oficio.
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